Día 8 de Octubre de 2016

Llegamos a medio día a Phuket, hemos reservado en booking un hotel en Surin beach, la zona más tranquila de Phuket, alejada del bullicio y de la fiesta, Surin beach es un pequeño pueblo, en el que en esta época del año, apenas hay turistas y la playa está prácticamente desierta.

El hotel nos encanta, Surinta Boutique resort. Es pequeño y acogedor, 6 noches nos cuestan alrededor de 200 euros, podéis ver el hotel pinchando aquí

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Posamos las maletas y nos vamos a conocer la playa, tiene bastante oleaje, pero sí que es tranquila y muy salvaje, aunque no tiene nada que envidiar a las playas de Asturias.

Ya nos esperábamos que el mar no fuese como en las fotos porque aún estamos en época de monzones.

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Como podéis ver, la playa estaba tranquila y apenas había turistas, pero esto no era lo que veníamos buscando en las playas de Tailandia, así que decidimos que en Surin beach no nos vamos a detener mucho, intentaremos viajar por más islas, en busca de playas más bonitas.

Nos damos un baño y tomamos el sol, coincidimos con unos chicos Asturianos que están de paso en Surin y charlamos un rato con ellos.

Cae el sol y vamos a buscar una agencia con la intención de contratar una excursión para mañana, finalmente nos decantamos por la isla donde se ha rodado una de las películas de James Bond, la isla de Phang Nga.

Damos un paseo por la carretera de Surin y vemos varios restaurantes que tienen el pescado fresco fuera, decidimos entrar en uno de ellos y cenamos como nunca.

Pescado en salsa de lima, rollitos de primavera y arroz con gambas, la cena nos sale por unos 450 bath (unos 12 euros)

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Satisfechos con la cena, volvemos al hotel, no sin antes perdernos, para no perder las viejas costumbres.

La perdida en Surin resulta diferente, muchas calles no tienen luz y son caminos de barro, es un pueblo muy pequeñito pero al caer la noche nos hemos desorientado.

Aquí podemos ver la auténtica Tailandia, la gente haciendo vida fuera de sus humildes casas, cocinando al fuego, charlando,cenando…

No hay ninguna casa por la que hayamos pasado, en la que no nos hayan saludado con una enorme sonrisa, desde los más ancianos a los más pequeños.

Así que bendita pérdida, la recordare toda la vida.

Una vez en el hotel, nos damos un baño nocturno en la piscina, que tenemos para nosotros solos, planificamos los días siguientes y nos acostamos, que mañana una vez más, toca madrugar.