Este puente de Reyes nos hemos hecho una escapada a Marrakech, con unos amigos, aprovechando una buena oferta en unos billetes de avión de Ryanair.
Reservamos 3 noches en un Riad, en pleno centro de la antigua medina, Riad Le Bel Oranger, el precio, 30 € por habitación y noche con desayuno incluido, que podéis ojear pinchando aquí.
Tengo que decir que era super acogedor, el personal amable y atento, en especial Asis, que hizo que nos sintiésemos como en casa.
A las pocas horas de reservar el hotel, Asis enseguida se puso en contacto conmigo por mail, ofreciéndonos un taxi para recogernos en el aeropuerto y un sinfín de excursiones y actividades.
Así es, que facilitamos el número de vuelo a Asís y le pedimos que vinieran a recogernos.
Y bien, despegamos ¿Os apetece ver el país desde mis ojos?
Día 1
Llegamos al Riad, ahí nos recibe su dueña, una francesa afincada en Marrakech, que nos invita a té con bizcocho, mientras nos facilita un plano de la ubicación del hotel y nos explica un poco como orientarnos.
Ahora, ya estamos listos para perdernos por la interminable y laberíntica medina, la dueña del Riad nos acompaña un rato para que podamos salir sin problema del entremado de calles entre las que se encuentra el Riad, una vez nos despedimos de ella, comienza nuestra aventura , caminando entre zocos, calles, callecitas y callejones, tratamos de llegar a la mítica plaza de Jamaa El Fna.
Y como no podía ser de otra forma, nos perdemos.
Por nuestro camino recordamos todas esas instrucciones que habíamos leído por internet de: no mostrar interés por ningún objeto, no regatear si no estas realmente interesado en algo,no meterte dentro de tiendas de las que luego te sea difícil salir…
Así es, que íbamos caminando como un burro con orejeras, sin mirar prácticamente a los lados, haciendo caso omiso a las cosas que nos decían los vendedores y desatendiendo las indicaciones de la gente que nos trataba de ayudar preguntándonos que buscábamos.
Impresionados por el laberinto de calles, repletas de tiendas y vendedores ambulantes, que trataban de captar nuestra atención, diciéndonos cosas como: más barato que en mercadona, Nacho Vidal, Barça, Real Madrid, pintalabios de Sara Carbonero, entre otras…que ya ni me acuerdo.
Después de un rato perdidos, de andar y desandar varias veces las calles, finalmente decidimos preguntar y fiarnos de alguna indicación, llegamos a la famosa plaza de Jamaa El Fna, es aquí donde el cambio cultural nos pega un auténtico bofetón y nos hace ver que el choque va a ser importante.
Aquí, ya no sólo los vendedores tratan de captar nuestra atención, sino también, los grupos de música, los puestos zumo de naranja y comida, los encantadores de serpientes, los señores con monos disfrazados con camisetas de equipos de fútbol españoles.
Al fondo de la foto se puede ver parte de la plaza aunque es mucho más grande y bulliciosa a medida que el sol cae y la noche avanza, también llegan los grupos locales que se juntan para bailar, cantar, hacer negocios, entretener a turistas y sobre todo pasarlo genial.
En realidad no tenemos ninguna foto en pleno centro de la plaza, porque nos parecía arriesgado sacar la cámara.
El agobio resulta tal, que nos refugiamos en en el mítico Café de France en pleno centro de la plaza, ahí disfrutamos de un té y tratamos de organizar nuestro próximos días en la ciudad, mientras nos deleitamos con el bullicio de la plaza, visto desde arriba.
Ya más relajados, decidimos tratar de volver al Riad, por el camino vemos un local que vende excursiones y decidimos entrar, ya que estamos interesados en irnos mañana al desierto, tras regatear un poco con el vendedor, finalmente contratamos una excursión en Quad, que durará medio día, así tendremos tiempo de visitar otras zonas de Marrakech a la tarde.
Nos aproximamos al Riad, pero dentro del laberinto de calles mas estrechas nos perdemos y somos incapaces a llegar al él, llegamos a callejones sin salida, que van a dar casas particulares, hasta que finalmente un niño se percata de que está de suerte y puede sacarse unas monedas guiándonos, así que, gracias al crío conseguimos llegar, aunque naturalmente también tuvimos que regatear la propina con el, como es tradición en este país.
Esta foto está tomada en una calle próxima al Riad esa misma noche, una vez llegamos, preguntamos a Asis donde podemos cenar y ya de paso encargamos la cena en el Riad para el día siguiente, ya que nos han dicho que en los Riads se come muy bien, pero siempre bajo encargo.
Así que nos abrigamos un poco, ya que las noches en Marrakech son frias y vamos camino del restaurante, antes de salir ya vamos comentando que nos va a ser imposible regresar que tenemos que fijarnos muy bien porque es un auténtico laberinto, pero el destino quiso echarnos un cable y justo a la salida del Riad nos encontramos una tiza en el suelo, de tal manera que fuimos señalando el camino que dejábamos atrás con flechas en las paredes y gracias a ellas, nunca más nos perdimos en nuestra estancia.
Llegamos al restaurante, llamado Kui-Zin y muy bien valorado en Tripadvisor, está muy cerca de nuestro Riad, con música en directo y una azotea tipo chill out que nos encantó por su ambiente, aunque tardaron bastante en servirnos, hacemos la primera toma de contacto con la comida Marroquí y no le cogemos el punto, pero bueno tenemos todavía muchas comidas por delante para ello.
De vuelta al hotel, nos tomamos una cerveza, puesto que en Marrakech no se puede tomar alcohol en casi ningún sitio, excepto en los Riads y mientras disfrutamos de este maravilloso patio, en el que al caer la noche el sonido del agua de la piscina y el olor a azahar del naranjo que hay plantado en el medio, son una gozada para los sentidos.
Aprovechamos para compartir impresiones y planificar el día de mañana que será intenso, no os lo perdáis.
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