Madrugamos y desayunamos en el hotel, tostadas y tortilla francesa con unas patatas guisadas con curry y especias, típicas de los desayunos Nepalís, que están deliciosas, a las que no tardamos en engancharnos y que ahora echamos un montón de menos.

Con las pilas cargadas, ya estamos listos, para salir a la jungla de Thamel, nuestro objetivo principal es conseguir unos billetes de avión para sobrevolar el Everest, conocido entre los turistas como «Mountain flight».

Así que, nuevamente esquivando taxis y vendedores, aunque algo más relajados que la noche anterior, nos volvemos a perder por Thamel en busca de una agencia de viajes.

Todas nos piden 190 USD, así que decidimos tratar de negociar precios en una cualquiera, finalmente conseguimos 2 asientos para mañana a las 06:30 por 160 EUR/pers. Incluyendo en este precio ir a recogernos al hotel y llevarnos al aeropuerto.

El chico de la agencia nos ofrece contratar un coche para todo ese día, finalmente negociamos precio y nos quedamos con el coche para el día siguiente por 65 EUR, nos irá a recoger al hotel, nos llevará al aeropuerto, nos esperará y luego nos llevara a la ciudad de Bhaktapur, donde estaremos todo el día y al final del día nos llevara a Nagarkot, donde tenemos una noche de hotel reservada y al día siguiente nos recogerá en Nagarkot y nos llevará de vuelta a la estación de autobuses de Katmandú, para ponernos ya de camino a Phokara.

Mientras estamos en la agencia, escuchamos voces y llantos en la calle, el chico nos dice que salgamos a mirar como es la cultura nepalí, vemos como un grupo de mujeres camina en procesión mientras se tapan la cara con el mandil y es que, están llorando porque un familiar se ha muerto.

Aunque pocas horas después, podríamos descubrir como es el ritual funerario hinduísta en el  país, no os lo perdáis.

Pues salimos de la agencia en busca de un taxi que nos lleve al templo Swayambhunath o mas bien conocido, como el templo de los monos y que esta en una colina desde la que se puede ver todo Katmandú.

El taxi lo conseguimos por 800 RPN (unos 6,5 EUR), menos mal que con el tiempo aprendimos a regatearlos un poco mejor…

Por el camino, el taxista no paraba de decirnos, que porqué no le contratábamos también para la vuelta, que era fiesta y que no había taxis… que truco mas viejo… le dijimos que no.

Pero lo cierto es que sí que era fiesta, era el Dashain, la fiesta de la familia, supongo que será algo parecido a las Navidades en Occidente.

Llegamos al templo de los monos, nos esperan infinidad de escaleras para llegar arriba y con un sol abrasador que a esta hora ya quema bastante, cuando llegamos arriba estamos agotados, pero merece la pena.

Aquí pagamos 200 RPN/pers. para entrar.

 

 Lo que más me llama la atención del templo, es la convivencia, de las dos principales religiones del país, hinduista y budista , con el tiempo nos daríamos cuenta, de que en esto, son unos campeones, capaces de respetarse, convivir e incluso compartir creencias y religiones, todo un ejemplo a seguir.

Después de recorrer el recinto y  contemplar las vistas de Katmandú, bajamos poco a poco la infinita escalinata y nos detenemos un rato, a pensar en cual será nuestro próximo destino.

Finalmente cogemos un taxi rumbo a la ciudad de Patan que nos cuesta 800 RPN, en Patan recorremos la plaza Durbar y alrededores y tomamos algo en una terraza, para divisarlo desde las alturas.

Como podéis ver aún esta bastante dañado, por el terremoto de 2015, pero aún así, sigue siendo preciosa.

Nuevamente, nos subimos a un taxi por 800 RPN con destino Pashupatinath, un templo Hinduista a orillas del río Bagmati, un afluente del Ganges y que es sagrado para los Nepalís, ahí se hacen las cremaciones de los muertos, al igual que en la India.

Sabemos que solo pueden acceder al templo los Hinduistas y que los turistas podemos ver las cremaciones desde el otro lado del río, así es, que caminamos por el recinto, intentando buscar las orillas del río, con miedo a colarnos sin querer, en algún sitio al que no nos esté permitida la entrada.

Caminando llegamos a un control en el que nos piden 1000 RPN/pers. para entrar, las pagamos y cuando accedemos, nos damos cuenta de que ahí, no hay nada interesante y no se puede llegar al río por ese lado, total que hemos pagado para nada, así que, finalmente salimos del recinto y llegamos al río.

Y aquí empieza, nuestro escarmiento con esto de pagar por todo, nos parece que se aprovechan un poco del turista, con precios algo abusivos, es comprensible, que se cobre para acceder a monumentos, templos, plazas etc. y más después del terremoto, pero los precios, muchas veces son excesivos.

Nos empezaba a dar la sensación, de que el país no cuida al turista y de que está enfocado a sacarle el máximo dinero posible.

No por parte de su gente, sino más bien de su gobierno.

Y bien, caminado entre yoguis, santones, peregrinos y turistas nos acomodamos en una grada a orillas del río y contemplamos una ceremonia completa.

Es algo indescriptible, sobre todo el olor, como preparan a los muertos, como su familia los va adornando con flores, monedas, pañuelos… entre llantos y desmayos.

Y es que es una ceremonia muy dura, ver como empieza a quemar el difunto por la boca y contemplar lentamente como se convierte en cenizas para finalmente acabar mezclados con el agua del río que discurre curso abajo.

Igual de impactante resulta ver como los críos saltan desde lo alto de las gradas al río, se bañan, juegan, nadan, mientras las cenizas recorren su curso.

A la salida nos ponemos el famoso Tika, propio de la festividad del Dashain

Y ahora vamos a cambiar totalmente de religión, ponemos rumbo a Boudhanath, en apenas 10 minutos en taxi, cambiamos de Hinduismo a Budismo.

Boudhanath es una de las estupas mas grandes del mundo, patrimonio de la humanidad y uno de los centros de peregrinación budista más importantes.

Situado en la ruta comercial de Tibet, hizo que muchos budistas descansaran y oraran en este lugar durante muchos siglos lo que propició que cuando los refugiados tibetanos entraron en Nepal, en la década de 1950, muchos de ellos decidieran vivir cerca de Boudhanath.

Es un remanso de paz en medio de tanto caos, un sito tranquilo, mágico, en el que continuamente se oye el famoso mantra budista: «Om mani padme hum».

Monjes y peregrinos dan vueltas alrededor de la estupa, orando y girando las ruedas de oración, siempre en sentido de las agujas del reloj.

Aquí nos paramos a degustar, platos típicos del Himalaya, basados en pollo y arroz y disfrutamos de un poco de calma.

Y rumbo al loco Thamel, paramos en el jardín de los sueños, el único sitio donde se respira algo de tranquilidad, estamos agotados, así que nos tumbamos en unas colchonetas a meditar los siguientes pasos, consultando la Lonely Planet que nos acompaña en todos los viajes y que podéis comprar pinchado aquí.

Os puedo asegurar que es absolutamente imprescindible, tener una guía en papel, cuando viajas por tu cuenta al extranjero, ya sea Lonely Planet o cualquier otra, ya que aporta datos culturales, mapas, sitios de interés y montón de actividades que puedes ir haciendo y descubriendo sobre la marcha, en sitios en los que no dispones de Internet.

Un poco más descansados decidimos perdernos por Katmandú, como a nosotros nos gusta, alejados de los turistas y mezclados con la gente local y así, llegamos a Ratna park, un parque en el que por las tardes, se monta un mercadillo donde los nepalís, aprovechan para hacer compras y comer.

Una verdadera locura, de gente, puestos de ropa y baratijas varias, se mezclan con fuegos en los que se preparan guisos, alrededor de los cuales, vemos a los nepalís comiendo con las manos, como es tradición en este país.

Resulta agobiante, demasiada gente, demasiado ruido, demasiada música, demasiados olores, si bien es cierto, que a pesar de ser los únicos occidentales, nos hacen caso omiso, simplemente está a lo suyo y nos ignoran, lo que es genial.

Volvemos a pie hasta nuestro hotel, para posteriormente salir a tomarnos unas cervezas Nepalís que están riquísimas pero son algo caras pagamos 950 RPN por 2 cervezas, cenamos en un restaurante cerca de nuestro hotel, que nos recomienda el chico de la recepción.

Tenemos ganas de probar los famosos momos tibetanos, pero nos dicen que ya no les quedan, así que pedimos el plato típico nepalí, Dal bhat.

Exhaustos volvemos al hotel, a preparar la mochila, para abandonar Katmandú, ya no sabemos cuando volveremos exactamente, hemos hablado con el chico del hotel, para poder dejar las maletas ahí, el nos dice que no hay problema que se pueden quedar en la recepción, que el hotel esta 24 horas con gente y justo nos lo dice y se va…¿24 horas con gente? ¿Todo el día la recepción abierta?

…Que mal rollo nos da un poco de miedo…pagamos el hotel y le pido que me de la factura, el me dice que cuando regresemos, yo le digo que ni hablar… ¿Y si cuando regresemos nos dice que no hemos estado ahí y no nos devuelve el equipaje?

Finalmente a regañadientes nos da la factura y veremos a ver lo que pasa… la mayoría de todos estos problemas, son derivamos de mal entendidos con el idioma, no de la mala fe de la gente, que siempre suele ser buena.

Y mañana toca madrugar muchísimo, para hacer el Mountain Fligt…¿Veremos el Everest?

Y para los perezosos de la lectura os dejo este resúmen gráfico.