Suena el reloj a las 4:30, volvemos a colgar nuestra mochila a la espalda y las 5 ya estamos en un taxi de camino a Sarangkot, le comentamos al taxista nuestra prisa, por ver el amanecer y salir rapidísimo a la estación de autobuses, ya que nuestro autobús sale a las 7:30 rumbo a Katmandú.

Subiendo la colina ya vemos como la noche empieza a aclarar y nos encontramos con una caravana de coches enorme, así que decidimos bajarnos del coche y continuar la subida a pie, para no perdernos ni el primer rayo de sol.

Cuando conseguimos llegar a la cima ya no quedaba ni un hueco en el mirador superior, así que decidimos quedarnos un poco más abajo, una familia muy amable nos invita a tomar asiento en unas sillas, que tiene fuera de su casa y de paso, les compramos algo de beber.

El amanecer es impresionante, mucho mas que el de Nagarkot, es que ver como el sol empieza a pegar poquito a poco en los Annapurnas e ilumina los Himalayas es una experiencia brutal.

Cuando el sol sale por completo nos vamos corriendo, después de localizar a nuestro taxi, llegamos a la estación de autobuses y el taxista nos ayuda a identificar el nuestro.

Hablamos con el conductor del autobús, con la esperanza de que los dos podamos tener asiento y uno no tenga que ir en la cabina, pero finalmente no hay suerte, así que a mi me toca atrás del todo, en el asiento del medio, yo que soy pequeñita y de piernas cortas, sin un reposapiés, el dolor de espalda a las 2 horas ya empieza a ser considerable, aún así, no me puedo quejar… porque al menos tengo aire acondicionado.

Mi novio en la cabina del conductor con otras 5 personas más, sin aire acondicionado, con un primer plano de la carretera y una persona al lado vomitando, me da la sensación de que tuvo un viaje menos agradable que yo…

Y todo esto teniendo en cuenta que es el autobús turístico, que está en mejores condiciones que los locales.

Cada parada que hacíamos, aprovechábamos para comer algo en puestos a pie de carretera, comentar como nos iba el viaje y poco más, porque el calor que hacía era insoportable…claro para mí, porque estaba dentro con el aire…a mi novio le resultaba mas agradable estar fuera, que en la cabina.

Nos habían dicho que el autobús tardaba 6 horas en llegar a Katmandú, pero finalmente fueron alguna más, llegamos a las 5 de la tarde más o menos.

Habíamos perdido todo el día en un autobús, puesto que oscurece alrededor de las 6 de la tarde, con lo cual, no lo recomiendo en absoluto, si se va con poco tiempo como nosotros.

Si volviera hacia atrás, no me lo pensaría 2 veces e iría en avión.

Teníamos la intención de coger las maletas en el hotel de Thamel e ir a explorar algún pueblo cerca de Katmandú para pasar nuestra última noche en Nepal.

Pero a esas horas y con lo agotados que estabamos, solamente esperabamos que nuestras maletas siguieran en la recepción del hotel y que hubiese alguna habitación libre.

Podéis ver el hotel pinchando aquí.

Después de perdernos un rato por Katmandú encontramos el hotel y nuestras maletas seguían en el mismo lugar donde las habíamos dejado.

Hablamos con el chico y tienen habitaciones libres, nos dan la misma que nos habían dado antes, así que genial.

Nos acomodamos y salimos a pasear por Thamel, es increíble pero nuestro miedo ha desaparecido, paseamos tranquilamente, entramos en tiendas, negociamos y nos reímos con los tenderos y disfrutamos de éste caos y ésta bendita locura de Katmandú.

Terminamos la noche cenando en el restaurante indio Third eye y resulta ser la mejor comida de todas la vacaciones.

Absolutamente recomendable, ya no solo por la decoración sino por el trato, el ambiente. la magia del lugar y sobre todo la comida, que era exquisita, auténtica comida India.

Pedimos pollo tika masala, tandori, arroz y pan nam de ajo, el pan estaba tan brutal que pedimos otra ración más.

Mientras estábamos cenando, entra una chica que enseguida recuerdo porque ayer estaba en el asentamiento de refugiados tibetanos, sentada a mi lado.

Iba con un guia y en cuanto la escucho hablar ingles, no me cabe duda, es española.

Es increible pero la forma de hablar y las facciones de la cara hacen que nos reconozcamos por el mundo.

Así que entablamos conversación con ella, madre mía nos encontramos 2 veces en menos de 24 horas a 300 kilómetros de distancia.

Ella nos comenta que lleva un mes en Nepal haciendo un trekking, pero está ya en sus últimos días.

Hablamos un rato y nos despedimos para perdernos un poco por Thamel y volver al hotel.

Mañana es nuestro último día en Nepal, nuestro avión sale a medio día, pero tenemos la intención de aprovechar esa mañanita para conocer algo más.

Como del día de hoy no tenemos vídeos, os dejo un pequeño vídeo en youtube del barrio Thamel de día en Katmandú.

Así que no os lo perdáis que nuestro viaje continúa y vaya si continúa…