Hoy ha llegado uno de los días más esperados para mí de este viaje y es ir de excursión, a un banco de arena.

Cuando vemos fotos de postales de Maldivas, la mayoría son en bancos de arena, existen miles en todo el país que emergen y desaparecen con los cambios de marea y tenía muchísimas ganas de ver uno.

Así que, después del desayuno Adam nos lleva al embarcadero para coger una lancha rápida que nos acompañará durante todo el día.

Navegamos un rato, atravesando pequeñas islas e islotes, hoy la mar está mucho mejor que cuando vinimos y el conductor es más cuidadoso.

La excursión que nos ha costado unos 150 euros  aproximadamente por todo el día, con comida para dos personas, lleva incluidas algunas inmersiones de snorkel en el arrecife de coral.

Así que la lancha se para en un punto en medio del mar y Adam se tira de la barca, nos indica que no nos tiremos hasta que él nos de permiso, primero chequea los alrededores de la barca nadando, comprobando que todo esté bien y luego nos hace señal para que bajemos, mi chico se tira sin problemas, pero a mí esto me da un miedo…

Lo de tirarme en medio del mar y después de que el previamente estuviese un buen rato nadando alrededor de la barca… ¿Que tenía que comprobar? ¿Que pasa que hay tiburones hambrientos en Maldivas? ¿Bichos peligrosos?… Que mal rollo.

Yo estoy ahí sentada, en el bode de la barca, que me tiro, que no, que no me atrevo, finalmente me animo y me tiro.

Adam me lleva con él de la mano nadando, para que no tenga miedo, pero una vez que cojo seguridad, ya me suelto y nado sin problema.

Menos mal que me he atrevido, Dios esto es un pasada… hay mil peces de colores, es como estar en otro mundo, estamos continuamente flipando… aún tengo grabada en la cabeza esa sensación y el ruido del mar…

Lo que más miedo me daba era que estábamos en el borde del arrecife de coral y cuando el arrecife acababa lo que había, era la inmensidad del mar no se veía el fondo y solo se veía oscuridad.

Después de un rato buceando, absortos con la vida marina…de repente de esa inmensidad del mar, surge un tiburón…

¡¡¡Sí un tiburón!!!

No era muy grande y no se acercó mucho, pero Adam se fue un poco detrás de él con nuestra Go Pro, así que no os perdáis el vídeo, porque es chulísimo.

Después de que se fuera, sacamos las cabezas fuera del agua y comentamos la jugada emocionadísimos.

Seguimos un rato con el snorkel, creo que esto puede resultar adictivo y cuando nos damos cuenta hemos nadado sin querer, un montón así que la barca tiene que volver a recogernos.

Ahora llegó el momento de ir al banco de arena y relajarnos.

El banco de arena es un pequeño islote en el que no hay ninguna construcción, en éste en concreto, había apenas un banco con un par de sombrillas de paja.

 

Adam nos dice que tenemos 1 hora o 2 para disfrutar de ésta isla para nosotros solos, cuando cansemos, dice que le silbemos y ellos vuelven con la barca a buscarnos, mientras tanto van a aprovechar para pescar algo.

Bueno y sobran las palabras ante esto…

Que queréis que os diga pero tener una isla para tí solo, en medio de este paraíso es algo increíble, tanto… que tengo que reconocer que fue uno de los días más felices de mi vida y que nunca he estado en lugar más bonito y más espectacular que éste.

Así que después de bañarnos y recorrer todo el islote las veces que nos dio la gana, hacer 1000 fotos y vídeos.

Llamamos a Adam que vino hasta el banco de arena con una botella y pan de molde para hacer migas y darles de comer a los peces.

Eso a mi sí  que me da mal rollo, pero también me animé.

Fuimos con el equipo de snorkel nadando un rato y cuando Adam nos indicó abrimos la botella llena de migas de pan entonces apareciron 1000 peces de todos los lados… a mí me daba algo de miedo pero tengo que reconocer que la sensación de estar rodeado de peces es chulísima como podreís ver en los vídeos.

También nos llega a nosotros la hora de comer, así que vamos rumbo a Rasdhoo, una isla algo más grande que Thoddoo y aquí comemos con Adam y el conductor de la lancha.

Con el estómago lleno volvemos a navegar, Adam nos proponer hacer otra inmersión de snorkel para ver las mantarrayas, así que para un par de veces la embarcación y Adam se tira un buen rato nadando, pero finalmente nos indica que no estamos de suerte y no las podemos ver.

Así que volvemos a Thoddoo, aprovechamos las últimas horas de sol para ir a nuestra playa.

Y cuando el sol se pone, volvemos al hotel para arreglarnos ya que tenemos intención de ir a un restaurante nuevo.

El restaurante está cerca del embarcadero y nos lo ha recomendado un chico de Thoddoo que hemos conocido el otro día cenando de COCO MERU, nos ha dicho que tienen un chef europeo y que cocida muy bien, está en la Guest house DIVE VILLA.

Así que armados de linternas vamos a perdernos por las calles de Thoddoo en busca de la Guest house, tenemos tanta suerte que encontramos al chico que nos lo recomendó y es que Thoddoo es tan pequeño… que resulta difícil perderse, le comentamos al chico que estamos buscando el restaurante que nos recomendó, así que el amablemente nos acompaña.

Tiene como un especie de pub con villares y el sitio es realmente chulo así que mientras nos toman nota, jugamos unas partidas y tomamos unas coca colas.

Y cenamos realmente bien, la mejor comida que hicimos en nuestra estancia en éste País, comimos atún fresco y pescado del arrecife.

El resumen de un gran día en youtube

 

Visita la tienda con corazón

 

 

 

Anuncio publicitario