29 de Octubre de 2018

Muchos os preguntaréis como podemos realizar un boda a miles de kilometros de nuestra familia y amigos.

Pero las reglas están para romperlas, la sociedad siempre nos lleva a pensar que el día de tu boda tiene que ser rodeado de toda tu gente, que tiene que haber una gran fiesta y un gran banquete y meses de preparación y miles de detalles para que todo salga perfecto.

¿Acaso no es más importante irse a vivir juntos que casarse? ¿Y cuando nos vamos a vivir juntos montamos lo mismo que cuando nos casamos? ¿Y por qué lo hacemos?

La sociedad ha evolucionado y ahora ya no es necesario casarse para ir a vivir en pareja, sin embargo, seguimos manteniendo la tradición ancestral del gran banquete en familia, es una cuestión de repetición de comportamiento de un patrón social.

Y sé que para nuestra familia y amigos ha sido muy dura nuestra decisión, porque tienen programada esa secuencia de comportamiento en su cabeza, pero hace bastante tiempo que he descubierto que no me hacen feliz las cosas que la sociedad me dice que me tienen que hacer feliz y hemos tenido la boda más bonita e increíble que jamás hubiese imaginado.

¿Os apetece asomaros a nuestra boda?

Amanece bien temprano en Rarotonga, después de una noche de tormentas, parece que el tiempo aún está un poco loco.

A las 9 Andrea, nuestra wedding planner llega a nuestra villa para organizar todo.

Nos comenta que está preoupada por el tiempo, la previsión es de lluvias y nos ofrece posponer la boda, después de unos minutos de reflexión decidímos seguir adelante con todo, a fin de cuentas… ¿no dicen que novia mojada novia afortunada?

Los operarios comienzan a limpiar la playa y a enraizar el arco florar típico de Islas Cook, que se realiza a mano in situ.

Al tiempo que conocíamos a Judih, nuestra maestra de ceremonias, una chilena afincada en Cook que está igual de emocionada que nosotros, porque es la primera vez que va a ejercer de ello y es que somos los primeros españoles que van a darse el sí quiero en estas tierras y hemos pedido que la ceremonia sea en español para que nuestros familiares puedan entenderla.

Judith nos hace de interprete con Andrea la wedding planner y nos da 1000 recomendaciones de sitios para comer, comportamientos, costumbres y nos trata con un cariño y una ternura que nos hace sentir como en casa, ahora que estamos tan lejos de la nuestra. Y nos felicita y nos da la enhorabuena y nos dice que esta es la decisión más valiente y acertada de nuestra vida y cuanto más pasa el tiempo más verdad veo en sus palabras.

Y cerrados todos los detalles, toca disfrutar y llega la masajista y nos da un masaje antes de irnos a comer, porque el día de nuestra boda nos hemos prometido disfrutar y ser felices y eso es lo que pensamos hacer.

Relajados de cuerpo y mente, cogemos el coche para ir a comer y repetimos sitio, volvemos a comer en Moana restaurant y ya de vuelta a nuestra villa, comienza la preparación.

Nuestro hotel Sea Change Villas, ha tenido la deferencia de adjudicarnos no solo la habitación con acceso directo a la playa, sino que han pensado en todo y nos han facilitado una villa privada con 2 habitaciones para que podamos prepararnos separados.

Así que he podido colgar mi vestido, que llevaba 10 días metido en una maleta de viaje. Con la humedad de las islas en una hora ya estaba impecable, sin ninguna arruga.

Andrea y la fotógrafa llegan a nuestra villa, con la corona de flores naturales, el ramo y el adorno de la chaqueta del novio, me ayudan a vestirme y hacemos las primeras fotos de boudoir.

Ya preparada, pensaba que no iba a estar nada nerviosa, pero la verdad es que estoy como un flan y muy emocionada y bajo las escaleras de la villa y cruzo la playa mientras veo a mi futuro marido esperándome conteniendo las lágrimas, mientras suena «Imagine» de John Lennon y empieza una ceremonia preciosa y emotiva donde nos leemos nuestro votos, nos abrimos por dentro y nos decimos todo lo que nunca nos habíamos dicho antes y reímos, lloramos y bailamos.

Y después nos vamos a hacer las fotos de boda, hasta que nos deja la lluvia, como no hemos tenido tiempo de hacerlas toda Angy, la fotógrafa nos propone volver a vestirnos mañana y hacer algunas fotos más.

Y termina nuestro día en el restaurante «OTB Restaurant» el más exclusivo de Rarotonga en una palapa privada, nuestra intención era cenar viendo la puesta de sol pero las nubes no nos dejar apreciarla.

La cena exquisita, en la más estricta intimidad y soledad aunque al final tuvimos invitados de última hora.

El camarero viene con una botella de champagne, que nos envía una pareja de Sudáfrica, que nos está viendo desde el restaurante y quiere felicitarnos, le decimos al camarero que por favor les invite a que vengan a tomarse una copa con nosotros.

Nos preguntamos como serán, me imagino la típica pareja de jubilados, pero curiosamente son una pareja joven, que tienen muchísima curiosidad en saber como hemos acabado casándonos en la otra punta del mundo solos y pasamos un rato de lo más agradable.

Y finalizo el post con las últimas palabras de los votos que leí a mi marido:

Como decía Lewis Carol, ¿usted conoce cuerdos felices? Pues lo mejor será que bailemos y que nos juzguen por locos….

Y sonaba «noches de boda» de Sabina y bailamos descalzos bajo la lluvia en un isla perdida del Pacífico Sur y podrán quitárnoslo todo, pero jamás lo bailao.

Vestido novia: Colección alta costura Rosa Clará

Sandalias: Lisa López

Traje novio: Adolfo Dominguez