18 de Septiembre de 2019

Ponemos la alarma a las 7:00 pero el jet lag nos despierta casi una hora antes, así que vamos a aprovecharlo para ganar tiempo y ponernos marcha.

Hoy tenemos intención de pasar todo el día en Osaka, cogemos el Shinkansen que tarda media hora en llegar.

Para el camino compramos bolas de arroz en un supermercado de la cadena 7 eleven que encontramos en la estación, pedimos que nos lo calienten en la misma tienda y las comemos en el tren.

Esas bolas de arroz nos han hecho ahorrar mucho dinero, por algo más de un euro una bola de delicioso y calentito arroz, se convirtió en nuestro desayuno muchos días y a día de hoy, las echo muchísimo de menos porque me encantaban, podéis ver todos los vídeos en los stories destacados de mi instagram: latefuerte

Una vez en Osaka, la primera visita es su Castillo, que contrasta con la modernidad de la ciudad.

Segunda parada el mirador del Umeda Sky building, un edificio con vistas 360 de la ciudad, la entrada cuesta 1500 yenes por persona, merece la pena levantar la vista, coger altura y observar con perspectiva esta loca ciudad.

Descendemos de las alturas para desviarnos por capricho del señor Late Fuerte, a contemplar la arquitectura de un edificio atravesado por una autovía, le hacía tanta ilusión que no tuve más remedio… aunque yo no le encontré ningún atractivo.

Y lo que queda del día lo destinamos a perdernos por los barrios de Shinsekai, Namba y Dotombori.

Nos adentramos en las tiendas más frikis, de idols, consolas retro y disfraces, nos sumergimos en paraísos de los amantes de los videojuegos, en áreas recreativas de fotomatones que occidentalizan los rasgos asiáticos, en auténticos centros comerciales de máquinitas gancho de atrapapeluches, todo lo que os pueda contar es poco, porque es algo muy difícil de describir.

Y por supuesto, durante todo el día nos ponemos ciegos a Takoyakis, gyozas y helados.

Nos detenemos en todos los puestos callejeros que nos apetece y degustamos la mejor cocina japonesa, las gyozas más auténticas, los takoyakis más deliciosos y los helados de matcha más estrambóticos.

Vemos la puesta de sol en los puentes que atraviesan el río, en el barrio de Dotombori.

Y muertos, exhaustos, rendidos, con el corazón latiendo muy fuerte y bien entrada la noche volvemos a coger el tren bala, para dormir en Kioto.

Mañana iremos al monte Koya a vivir una experiencia increíble que no os podéis perder, dormiremos en un monasterio budista.