21 de Septiembre de 2019

Hoy sí, por fin el despertador nos da los buenos días, parece que el cansancio pesa más que el jet lag y a las 8:30 la alarma irrumpe en nuestro sueño.

Tenemos intención de conocer lo más destacado de Kioto, esos imprescindibles que parece que si no has visto, no has estado en la ciudad y que yo hubiese obviado, porque sé perfectamente que estarán abarrotados de turistas, pero el señor Late Fuerte después de meses de preparación del viaje, no quiere irse de la ciudad sin verlos in situ.

Así es que, después de unas cuantas líneas de metro y bus llegamos al templo dorado, el templo es impresionante lo confieso, pero la gran cantidad de turistas que hay, hacen que pierda casi todo el encanto.

Desde aquí vamos caminado hasta el templo Ryoanji, por el camino paramos a comer un ramen de miso y una gyozas veganas, ya son las 12 del mediodía y el hambre aprieta.

El templo Ryoanji, es conocido principalmente por su jardín zen, que me decepciona un poquito, porque el que vimos hace dos días en Koyasan, era mucho más grande y bonito. Lo que nos sorprende gratamente de este templo, es el inmenso estanque de nenúfares en flor.

Ahora nos vamos a la otra punta de la ciudad, visitamos el templo Toji y a este soy yo la que quiero ir, no solo porque sea el templo más alto de Kioto, una pagoda de 5 pisos impresionante, muy diferente a las que habíamos visto antes en Nepal o Tailandia, sino porque el día 21 de cada mes, surge un mercado alrededor del templo y ¡Bingo! hoy es 21.

Un rastro local digno de conocer, donde las antigüedades, los kimonos de segunda mano, los gatos de la suerte, las teteras y toda clase de artesanías, se mezclan con ungüentos, medicinas y alimentos varios, una experiencia muy recomendable, una experiencia de las que me gustan, de las que te dejan la ropa con olor a comida y el bolsillo vacío.

Y como a mi lo que me gusta de viajar es aquello de sentir y no lugares a los que en una lista puedas añadir, vamos camino de la ceremonia de té que habíamos reservado ayer, en Maikoya Kimono Tea Ceremony

La ceremonia del té

La ceremonia del té es algo que requiere años de estudio y preparación, como casi todo en Japón consiste en un ritual, en el que los detalles, la perfección y el momento presente son lo más importante.

Una auténtica experiencia ASMR, un momento super relajante que yo tenía claro, que quería vivir en este viaje.

Todo absolutamente todo, requiere de una concentración especial, desde la forma de remover el té, hasta la forma de tomarlo, debiendo girar el cuenco para que el resto, puedan apreciar los detalles de la porcelana.

He de reconocer, que lo que menos me gustó de la ceremonia, fue precisamente el té macha, con un sabor muy intenso ya que se toma sin azúcar ni leche, de ahí la tradición de acompañar el té con pastas muy dulces, la cuestión es ir combinando los sorbos de té, con la degustación de estos dulces japoneses, que son fascinantes y darían para escribir un capítulo entero.

Después de la ceremonia ponemos rumbo a gion, queremos seguir explorando este barrio de geishas, del que aún nos falta mucho por conocer.

Por el camino nos detenemos en alguna tienda de dulces de té, que como os comentaba antes, darían para escribir un capítulo entero porque son impresionantes.

Y también nos detenemos en el puente que cruza el río, desde el que se ven las terrazas de Pontocho, que es tan bonito de noche…

Y llegamos hasta el templo de Yasaka, pero ya es tarde y está cerrado, aun así disfrutamos del caminar lento, por las calles del barrio con más encanto de Kioto.

Una cena de supermercado se convierte en nuestra última comida de la jornada, cenamos sin prisa en un paseo con calma, que nos lleva de regreso al hotel y nos deja con ganas de seguir explorando este barrio a plena luz del día, pero esa es otra historia, la que os cantaré mañana.