Día 12 de Octubre de 2016
Madrugamos para coger el ferry, en nuestro hotel no encontramos a nadie, así que dejamos las llaves posadas en la recepción y comenzamos a caminar por la carretera, hasta que una mujer se ofrece a llevarnos al embarcadero, en el que finalmente compramos un billete de ferry a Phuket, llevamos 10 días en Tailandia y no hemos tenido prácticamente tiempo para descansar, así decidimos relajarnos en Surin y disfrutar de nuestro hotel que nos encanta.
Cuando montamos en el ferry nos indican que en Phi Phi teníamos que cambiar de barco, lo que no sabíamos era que el cambio se hacía en alta mar, los dos ferrys se colocan pareados, y tenemos que ir saltando justo en el momento en el que el danzar de las olas, hace que los barcos se junten para luego volver a separarlos.
No me lo podía creer, al principio me pareció una broma de mal gusto, pero cuando vi que era en serio, no quedó otra que saltar y tampoco quedaba otro remedio que meter en la mochila otra aventura más, otra anécdota que contar y otra sonrisa para el recuerdo.
Una vez en Phuket, alquilamos una moto, en Surin beach había bandera roja, por eso decidimos recorrer la zona, comemos en Bang Tao beach y después vamos a la concurrida playa de Patong, donde pasamos la tarde, aunque los vendedores ambulantes no nos dejan pegar ni una cabezadita.
Patong resulta ser como el benidorm español y nos alegramos de no haber elegido esta opción, ya que preferíamos algo más tranquilo, justo lo que tenemos en Surin.
De vuelta a Surin decidimos contratar una excursión para mañana, queremos ir a una isla con una playa bonita y no hacer nada y es que llevamos más de una semana en Tailandia y aún no he tenido tiempo a leerme un libro.
Cenamos, paramos en el supermercado a comprar chuches y cada día descubrimos algo nuevo.
Y a la cama, mañana nos va a esperar un día intenso, no os lo perdáis, mañana va a ser el día, en que la muerte y el miedo nos gastaron una broma y se rieron de nosotros.
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